Hoy vi un nene en la vereda, como de 3, mirando casi hipnotizado un charco de agua, dudando, o más bien conteniendo el irreflenable impulso de saltarle encima mientras imaginaba el contundente chancletazo de la madre que compraba adentro, ignorando por completo la lucha interna sostenida por su retoño.
No alcancé a sacarle una foto, pero le sonreí, cómplice. Me sonrió y entró al negocio, descubierto en su travesura trunca.
4 comentarios:
:)
Me quedé con las ganas de hacerle una foto. :)
hubiese estado muy bien, aunque rompería la imágen que cada uno se hizo de su pícara sonrisa.
Seguro que sí. Y no se puede leer con los ojos cerrados.
:)
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